No tiene paredes rígidas ni techos que lo encierren,

En lo profundo de las montañas, donde los ríos murmuran secretos y el viento juega entre los hilos de los árboles, he creado un taller distinto a cualquier otro. No tiene paredes rígidas ni techos que lo encierren, porque su esencia es libre, como el agua que baja de los Andes. Lo llamo Roja Osa, y en su corazón late el arte de crear con las manos, con la mirada atenta y el alma despierta.

He aprendido a escuchar los hilos. Sé que no son solo fibras, sino caminos, voces que cuentan historias antiguas. Con cada puntada, con cada color, mis manos tejen diálogos entre la naturaleza y el espíritu, entre la tradición y el juego. Así nacen prendas y accesorios que no solo visten cuerpos, sino que envuelven memorias, emociones y gestos de amor por lo hecho a mano.

Pero Roja Osa no es un viaje en solitario. Desde el principio, he mantenido la puerta abierta para quienes desean descubrir el lenguaje de los hilos, explorar el color y la forma, sumergirse en la paciencia del trabajo manual. Porque tejer, pintar, ilustrar, no es solo un acto de creación, sino de encuentro.

Cada pieza que sale de este espacio lleva consigo un fragmento de montaña, un susurro del río, una chispa de la vida que se mueve entre los dedos y los sueños. Y así, entre hilos y manos que aprenden, Roja Osa sigue creciendo, como un tapiz infinito donde cada puntada es un nuevo comienzo.